El Clásico de Las Vegas no fue el no va más aunque Raphinha, el mejor sobre el césped, saltó la banca con un golazo tras un error grosero y grotesco de Militao, el peor de los 40 que jugaron. Al Real Madrid, como el año pasado, lo sostuvo Courtois y el Barcelona demostró que está un escalón por delante en la pretemporada en un primer tiempo notable. En la segunda mitad el carrusel de cambios deslució el Clásico. Hazard jugó de falso nueve y volvió a ser invisible. Debutó Lewandowski y Rüdiger impresionó por su físico.
Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. La legendaria frase, que se queda corta para radiografiar la ciudad del pecado, bien podría aplicarse a este Clásico de cartón piedra, como el decorado de los hoteles de una megalópolis ficticia en mitad del desierto nacida para amparar todos los vicios. También el fútbol, aunque de eso no hubo demasiado porque ni el Real Madrid ni el Barcelona están ahora para muchos trotes.
El once de Ancelotti era toda una declaración de intenciones de que pensaba tomarse el Clásico en serio. Y que también hacia algún experimento. El primero, colocar a Rüdiger de lateral izquierdo y no de central. El segundo, que a falta de Benzema el nueve suplente era Hazard. También faltaba Carvajal, así que Lucas Vázquez volvía a ser el lateral derecho de urgencia. Y en el centro del campo, suplentes los tres tenores (Casemiro, Kroos y Modric) y titulares los tres trenecitos: Tchouaméni, Camavinga y Valverde. Entre unas cosas y otras jugaban: Courtois; Lucas, Militao, Alaba, Rüdiger; Tchoaméni, Camavinga, Valverde; Rodrygo, Vinicius y Hazard.
En el Barça Xavi también iba con todo. Por supuesto, con el jugador número 12: Lewandowski. La portería era para Ter Stegen, con Araújo y Jordi Alba en los laterales. La pareja de centrales la formaba un dúo sospechoso: Christensen y Eric García. El centro del campo era el de Luis Enrique: Busquets, Gavi y Pedri. Y el tridente de arriba era para Raphinha, Ansu Fati y Lewandowski. Sobre el papel, un señor equipo.
Domina el Barça
El Clásico de Las Vegas arrancó con el Allegiant Stadium a reventar. De salida dominó el Barcelona, que encerró al Real Madrid en su propia área con una presión asfixiante. Los azulgranas, además, monopolizaban la pelota mientras los blancos las veían venir. A los 10 minutos Lewandowski tuvo la primera aparición en un Clásico tras aprovechar un fallo de Alaba con un disparo cruzado al que respondió con mano firme Courtois. El Madrid sigue teniendo portero.
Los blancos resistían bien ordenados atrás con un Rüdiger imponente, que mantenía a raya al bullicioso Raphinha. Quizá por ahí se entendía en parte la sorprendente decisión de Ancelotti de desplazar al alemán al lateral izquierdo. También Tchoaméni empezaba a enseñar sus cositas con una aseada salida de presión al primer toque y una enorme presencia física. Pero, más allá del nivel de los nuevos fichajes, el Clásico era de un intenso color azulgrana.
A los 17 minutos el Real Madrid dio el primer aviso con un salvaje disparo de Fede Valverde desde fuera del área que repelió con virulencia y fortuna el palo derecho de Ter Stegen. Respondió el Barcelona al aprovechar un estúpido regalo de Camavinga a Gavi en el área propia. El madridista le regaló la pelota al azulgrana, que se la puso a Ansu Fati. La milagrosa salida de Courtois y su pie elástico evitaron el primer gol del Clásico. Y ya iban dos. El meta del Madrid parecía estar todavía de guardia en la final de la Champions.
Las cámaras enfocaba a Ancelotti, colorado como un guiri en la playa, visiblemente enfadado con su equipo y comentando cada jugada con su chaval. ¿Y Hazard? Pues si fuera un superhéroe sería el hombre invisible. Ni rastro del belga en una posición en la que resulta irrelevante. En su línea con sus tres temporadas en el Real Madrid.
El Militao de siempre
Rüdiger, de largo el mejor del equipo de Carletto, se asomó al área de Ter Stegen con un disparo duro y seco que se marchó algo desviado. Y si Rüdiger es el bueno, Militao sigue siendo el malo. Mejor dicho, el peor. El brasileño, que tiene los pies del revés, cometió un error grosero y escandaloso en el minuto 27. En lugar de dársela a uno de blanco, asistió a Raphinha en la frontal del área como si estuvieran en la canarinha. El extremo azulgrana abrió el regalo del torpe Eder –a quien Ancelotti guarde muchos años en el banquillo– y se sacó un latigazo que se coló por la escuadra izquierda de Courtois.
El Barcelona se ponía por delante en el Clásico por méritos propios. Y deméritos del Madrid, claro. Lewandowski tuvo en sus botas el 0-2 tras otra pifia infame del renovado Militao al intentar tirar el fuera de juego a destiempo. Lo evitó Alaba in extremis echándose al suelo. Minutos después emergió en el Clásico Vinicius con una buena maniobra desde la izquierda que abortó en el cruce Christensen dentro del área.
El propio Vinicius fue protagonista de la jugada que desató las iras del Clásico. Su galopada al filo del descanso la intentaron frenar a coces Gavi y Busquets primero y Jordi Alba después. El lateral lo consiguió con un derribo que era de cartulina naranja. Se formó la tremolina después con una pendencia en la que volaron empujones e intentos de puñetazos. La resolvió Rüdiger cuando emergió en la reyerta y quitó la respiración de todos. El colegiado trató de poner paz y los ánimos se calmaron con la llegada del descanso.
Tres conclusiones rápidas del primer tiempo del Clásico. Primera, Rüdiger y Raphinha, si bien a precios distintos, son dos fichajazos. Segunda, el Barça está un puntito físico por encima del Real Madrid. Y tercera, el equipo de Ancelotti sigue teniendo un agujero negro cuando falta Benzema.
Del descanso volvimos con una macedonia de cambios en ambos equipos. En el Real Madrid Mendy, Nacho, Casemiro, Kroos, Modric y Asensio. Y en el Barça Kessié, De Jong, Balde, Aubameyang y Dembélé. Aunque con otros protagonistas el Clásico siguió siendo la misma película. Dominaba el Barça, replegaba (y sufría) el Madrid, que no salía de su propio campo y mostraba sus carencias defensivas.
Las clásicas tanganas
El Clásico volvió a enredarse con una coz de Busquets a Modric, que pudo haber hecho mucho daño al croata con una entrada dura a la tibia en una pelota dividida. Era una roja de manual pero el colegiado lo resolvió con una amarilla porque no pareció demasiado voluntaria la entrada del internacional español. Otro corrillo aunque esta vez menos intenso.
Pase a pase y al trantrán el Real Madrid fue haciéndose con el Clásico asido a los pies de Kroos y Modric. El croata cocinó una jugada al filo de la hora de partido que desperdició Asensio con un disparo defectuoso dentro del área que bien pudo haber sido el 1-1. La jerarquía de Casemiro permitía al equipo de Ancelotti irse un poco más arriba y sacudirse la presión del Barça que había maniatado al equipo blanco en la primera mitad.
Xavi aprovechó el parón para sacar del campo a los titulares que habían continuado tras el descanso. Ancelotti metió a Vallejo por Militao. Los cambios devolvieron al Barça el dominio del Clásico, que empezó a hacerse un poco bola. Nos sacó del tedio la salida de Mariano con un peinado que era de rescisión de ese contrato al que lleva aferrándose más que Pedro Sánchez al Falcon.
En mitad de la tarifa valle del Clásico pudo haber hecho el 2-0 Kessié tras un error en el centro de la zaga del Real Madrid. Su disparo, amable como el camarero de un chiringuito, lo atajó abajo Courtois, otra vez el mejor jugador del equipo de Ancelotti. Pasaron los minutos para acercarnos a la hora del desayuno con una mano de Odriozola dentro del área que pasó inadvertida para el colegiado.
Oficialmente, la segunda parte del Clásico era un tostón, una castaña, una bacalá. Menos mal que los minutos finales, de la basura como toda la segunda parte, se consumieron rápido y el primer asalto entre el Real Madrid y el Barcelona acabó no sin que Courtois hiciera otros dos paradones en sendos duelos con Dembélé. Si no es por el belga a Ancelotti Xavi le hace otro 0-4 como el del Bernabéu. Porque puede que el Real Madrid no tenga engrasado el equipo y le falte un recambio para Benzema pero lo que le sobra es portero.